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Manteneos libres del amor al dinero, y contentaos con lo que tenéis, porque Dios ha dicho:

«Nunca te dejaré;
    jamás te abandonaré».[a]

Así que podemos decir con toda confianza:

«El Señor es quien me ayuda; no temeré.
    ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»[b]

Acordaos de vuestros dirigentes, que os comunicaron la palabra de Dios. Considerad cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imitad su fe.

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